La Difícil tarea del arbitraje en la City League Tarragona
- Francesc Piñol
- 16 abr
- 2 Min. de lectura
La organización de una competición deportiva conlleva múltiples retos, pero uno de los más complicados es, sin duda, garantizar un arbitraje de calidad.
En el caso de la City League de Tarragona, encontrar árbitros cualificados fue, en sus inicios, una dificultad considerable.
En una primera fase, se recurrió a los árbitros del Colegio de Árbitros y del Consejo de Deportes, pero la experiencia no fue la deseada. Las necesidades de una competición amateur exigían una adaptación que no siempre se podía garantizar dentro de los esquemas convencionales.
Así, se tomó la decisión de introducir árbitros propios, personas implicadas en la organización que, con el tiempo, terminaron formando parte de la Federación Catalana de Baloncesto.
Este modelo derivó en un sistema rotatorio, donde los mismos árbitros dirigían tanto partidos de la City League como competiciones federadas, contribuyendo así a la formación y consolidación de un grupo arbitral propio.
El reto del arbitraje en una competición amateur
En cualquier sistema de organización competitiva, existe un ámbito especialmente difícil, ya que nunca se puede contentar a todos: el arbitraje. A pesar de los inicios complicados, hoy en día se ha logrado un cierto equilibrio, permitiendo que la liga se mantenga con garantías.
Este artículo busca reconocer la dedicación de todas aquellas personas que han hecho posible la continuidad de la City League, especialmente árbitros como Carlos Rincón, Aleix de l'Amo, Miguel Valverde, Jordi Ortega, Juanjo, María Gutiérrez, Josefina Sánchez, Fernando Buera, María Carmen Alcaraz, el Colegio de Árbitros, y figuras clave como Juanma López, Antonio Márquez y Luis Calzadilla. Ellos representan el estilo propio de una competición que, con esfuerzo y pasión, ha logrado consolidarse.
Además, añadimos a la lista: Jordi Recasens, Aleix Boada, Víctor Manuel Gutiérrez García, Josefina Coleto Noci, Cristina Bernués Bara, Jordi Llaveria Escute, Rafael Algaba García y Gerard Cortés.
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